Los Caballos. Amor y control

 

( fragmentos de una entrevista luego de la publicación del Silencio de los Caballos)
Hoy día, la mayoría de las veces, el valor junto a los caballos no tiene que ver con grandes hazañas, ni la fuerza con poderosos saltos. Ni siquiera con reconocerse equivocado desde toda la vida respecto de lo que entendíamos sobre ellos. El valor y la fuerza de las personas es muchas veces poder, al estar con ellos, tener el coraje y la voluntad de reconocerlos y comenzar nuestra relación de nuevo. Se necesita confiar en que no existe otro camino mejor que el del respeto y la libertad pues en definitiva sin esa confianza y algo de valor sucumbimos ante el miedo o la desconfianza  y comenzamos a controlar al caballo. Pero el control es lo contrario a la libertad e incluso contrario al amor.
El caballo es un animal grande y fuerte y eso intimida a mucha gente, es por eso que existen tantos métodos de control. El miedo y la intolerancia nos han llevado muy lejos de la comprensión de los caballos. Y esto no es solo consecuencia de algo histórico, que viene de la tradición y que está cambiando, como muchos creen,  pues todo lo que se conoce sobre los caballos hoy día se está usando para crear nuevos métodos de control. Solo analicen las nuevas domas naturales, racionales, no violentas o similares y verán gran cantidad de conocimiento sobre «cómo son los caballos», aplicado a su sometimiento y su control. Aun en estos nuevos y bien intencionados intentos de relación, lo que prevalece es el miedo. Este nos lleva al control y lejos de la comprensión y del respeto.

Me vino a la mente la frase de esa canción de Bob Marley que dice «liberémonos de la esclavitud mental, solo nosotros mismos podemos liberar nuestra mente”. Y pensaba en todas esas personas que en realidad no creen en el «amor», o sea, no creen que los caballos puedan ser enseñados sin violencia, no creen que los caballos puedan entender sin que se los obligue,  que los caballos puedan ser tratados como otro y como seres con todas las posibilidades de elección, y aprender.  Esa es la verdad, ellos están esclavizados a la idea de que los caballos deben ser sometidos, obligados o manipulados de alguna manera. En el fondo no confían y no creen en otras maneras. Es realmente muy interesante.
Cuando alguien empieza a confiar, a creer, y empieza a darle libertad a su caballo es porque cree en esa libertad. Es porque se está dando libertad a sí mismo de poder pensar de otra manera. Libertad de creer, libertad de amar, libertad de encontrase con el otro sin obligarlo, empujarlo o forzarlo. Con paciencia, con respeto, con confianza. Haciendo cosas por el otro no esperando devoluciones, sin estar forzándolo a que nos de respuestas, sin esperar resultados. Pero hay gente que no puede darse esa libertad, que están esclavizados a la necesidad de controlar, de obtener, de estar seguros de que su caballos les van a dar lo que ellos están deseando, aunque no hayan «dado nada a cambio», aunque no hayan sido lo suficientemente amables o amantes para darle al otro la seguridad del respeto, la paciencia para enseñarle, el servicio al cuidarlo y la comprensión al tratar de hacernos comprensibles.
Creo que el primer paso hacia la libertad o el amor o «hacia la libertad en el amor» es ese, es dar desde el corazón y si el caballo nos da, a su vez desde su libertad, entonces, bienvenido.

David Castro

¿Parte del problema o de la solución?

Mucho me han pedido últimamente que hable sobre este tema, así que me he sentado esta hermosa tarde de primavera a intentar ordenar mis ideas 
y escribir por fin, algo que aclare mi postura critica sobre las “Domas alternativas” de toda una larga lista de personas (menos o más conocidas) que enarbolan hoy la bandera de estas metodologías. Por nombrar algunos conocidos en estas latitudes me refiero a Buck, Dorrance, Andersonn, Carolyn Resnick, Lucy Rees, Pat Parelli, Monty Roberts, Chico Ramirez, Oscar Scarpati, Martín Ochoteco, Martin Hardoy,  incluyendo todos sus alumnos, seguidores e imitadores.

En principio creo que está de más decir que, al respecto de la mayoría de los que profesan, enseñan y difunden este tipo de metodologías o propuestas, no tengo nada personal. Sí, por otro lado, es lamentable encontrar hoy día, algunos casos en donde la mala intención, la mentira o el interés económico es el único motivo por el que están en el floreciente negocio de las domas alternativas, pero reconozco que no son tan frecuentes este tipo de personajes. Por el contrario, como siempre he dicho, la mayoría de los más conocidos y respetables representantes de las llamadas Domas Naturales o no violentas (en inglés Natural horsemanship), son personas con buenas intenciones, y, tal vez, con una creencia férrea en que con buenas intenciones todo se puede. El problema está algunas veces en sus conocimientos, pues en la gran mayoría de los casos, este es escaso, de relativa verdad o específico al uso del caballo. De seguro hay quien tiene más conocimiento científico sobre el caballo, su psiquis, naturaleza y bienestar –y me imagino que siendo personas, todas, bien intencionadas deben estar viviendo grandes contradicciones-, pues como he explicado, el problema básico es que “las ciencias animales” tienen una ética ambigua respecto a estos y por lo general los estudios sobre la animalidad se centran en la explotación o sirven en su aplicación a este fin.

En resumen, como entenderán no hay una crítica personal a ninguna de
las personas citadas más arriba, sino al axioma de que este “movimiento” es algo distinto o un cambio positivo en la histórica relación caballo-hombre.
Dejando de lado las personas, pues como lo he dicho repetidas veces, mi crítica no es hacia tal o cual persona particular, el gran problema y la base de mi argumentación es que este tipo de metodologías carecen de lo que podríamos llamar “conocimiento serio sobre los caballos”, son muy pobres y abusan de diletantismo. La mayoría se apoyan en suposiciones, mentiras, falacias, confusiones y una fuerte necesidad e interés en el uso del caballo.
La cuestión es simple, ese uso del caballo, no es beneficioso para él, por ende estas metodologías, pasan a engordar la larga lista de intentos fallidos de entender al caballo como quien es -o sea, en relación a sí mismo y a su bienestar y no, en relación a nosotros, humanos, o al uso y utilidad que le damos.
La situación empeora cuando personas con conocimientos importantes respecto del caballo, algunos incluso científicos, terminan trabajando, no por el bien de este último o por una mejor relación caballo–humano, sino para el Mundo Ecuestre. Un mundo en donde el rol del caballo y la justificación de su existencia como especie es simple y llanamente nuestro uso.
 
Creo que cuando uno trabaja para los caballos o por el bienestar de ellos, debe preguntarse en definitiva cual es el problema real en las domas tradicionales o violentas y cual es el beneficio real que estas nuevas metodologías estarían aportando al caballo. La diferencia cuantitativa es mayor para el mundo ecuestre -el jinete, la industria cárnica o la industria de las nuevas terapias ecuestres son muy beneficiados- pero en términos absolutos no hay diferencias para el caballo.
Los caballos, probablemente, te “agradecerán” cualquier gesto menos violento, pero en última instancia, solo un autoanálisis descarnado te podrá dar una visión realista sobre lo que estás haciendo. Si, al mirar vacas, veo chuletas, si al contemplar niños, veo esclavos, sirvientes o seres destinados a mi uso, el lugar que le asigno a esos seres es, mas allá de toda buena intención de mi parte, psicopático.
 
La pregunta sería ¿Eres parte del problema o de la solución ?
 
En lo personal, a cierta altura de mi búsqueda con los caballos ya no pude seguir justificando mi sometimiento bondadoso o mi contribución al abuso que toda relación hombre caballo encarna, cuando no es construida desde el respeto y la libertad (el respeto por la libertad del caballo, básicamente). La excusa de que menos violento es menos malo, se queda en lo anecdótico cuando se piensa en el panorama general de la situación.
 
Espero no haber ofendido demasiado o personalmente a nadie, por criticar metodologías que en todo caso ocultan la violencia, la justifican o simplemente confunden a las personas que están en busca de una solución para los caballos y no una para comodidad de su uso o manejo. En  definitiva yo no estoy en contra de que estas domas existan pues de hecho son parte de un camino cargado de buenas intenciones, pero a esta altura de la historia de la relación hombre caballo debemos llamar a las cosas por su nombre. Por eso siento que es mi responsabilidad echar luz sobre la naturaleza violenta de una relación basada en el sometimiento y la indefensión aprendida como la que proponen las nuevas metodologías. Como dije, sé que los caballos notan la diferencia entre un hierro en la boca y bozal de soga sobre el proceso nasal, y agradecen el detalle. Son las personas las que no deben engañarse ni ser engañados por esta nueva
modalidad de control y sujeción hacia los caballos. Hoy por hoy, no veo necesario que el camino de mucha gente hacia una relación basada en el respeto y la libertad tenga que estar empedrado de caballos abusados, falacias y eufemismos.
 

David Castro, autor de El Silencio de los Caballos.
Foto: Mariana Domic

Escollos. El Camino de los Caballos III –

«Ver no es abrir los ojos, es arrojar a un lado el bastón blanco: osar andar sobre el saberse perdido.»  Hugo Mujica

Muchas personas creen que hablo de una metodología o incluso, de nueva manera de enseñar a los caballos. En vez de la aplicación de cualquier método de enseñanza, como decía en el libro¹ se necesita más bien un aprendizaje de parte nuestro.  En realidad es mucho más que eso, diria que es un cambio de paradigma, o por lo menos, un cambio radical en muchos de nosotros.

Cuando comenzamos a cuestionarnos lo que generalmente se dice y hace respecto de los caballos, cuando empezamos a cambiar nuestra mirada, nuestra actitud hacia ellos cambia. Ese es el momento en que comienza todo.

El Caballo como realmente es

El proceso de recuperación de un caballo que llamamos manso puede ser largo, todo depende de las condiciones de vida de este y de la persona que lo acompañe. El secreto es que si el caballo no sale de su estado de indefensión y se recupera, no habrá un sujeto de diálogo sano, con lo cual lo de aprender de él se vuelve otra vez una especie de propaganda, un juego de interpretaciones vagas, muy interesates, pero siempre nos quedaremos en el mundo de la especulación.

Muchas veces es mejor para el caballo prescindir de la cercanía humana durante su rehabilitación. Podemos intentar la compleja tarea de acompañar, a quien ha perdido ese brillo en el espíritu, a recuerar su dignidad. Dar libertad a quien ya no la recuerda a veces no es tan simple como abrir la jaula, y para algunos implicará el camino de la desdomesticación propia en el proceso. Como expliqué muchas veces el mayor cambio debe darse en la persona humana y, desafortunadamente para muchos caballos, no todas la personas están listas para semejante transformación. He visto personas que comienzan el camino pero se sienten tan incómodas por las contradicciones internas que esto les produce o incluso por la oposición y la resistencia externa, que encuentran a su alrededor, que comienzan a buscar «alternativas intermedias». La verdad es que  liberar a los caballos a veces requiere de liberarse de ciertas cosas y la mayoría de los que se acercan a los caballos lo hacen en busca de placer y no están dispuestos a cuestionarse a sí mismos. Lamentablemente para ellos y sus caballos esto resulta en una versión levemente distinta de lo que venían haciendo ( o en algo peor ) y no en un cambio real.


El Silencio de los Caballos David Castro. 2015

2  ver nota  El Camino de los Caballos

Seres improntados

Marcado en el cuerpo

Nosotros, los monos desnudos, tan desconectados de nuestro propio cuerpo, al que consideramos una bestia que hay que domar, controlar y desoir. Tan carentes, desde el nacimiento, del cuerpo de nuestras madres y nuestros seres queridos!
Siempre me asombra cuando escucho a ciertos especialistas hablar sobre el cuerpo del caballo, sobre lo que experimenta o siente. ¡ Un ciego que define colores !
 De todas maneras todo lleva a preguntarme si las fuentes de tanta incomprensión respecto de los caballos no serán la mismas que, como cultura, nos marcan en esta gran separación que sentimos de la naturaleza, de nuestra propia naturaleza que es nuestro cuerpo biológico por ejemplo. ¿Podrían también estas actitudes estar relacionadas y reflejadas en la manera en que criamos y tratamos a nuestros propios hijos? La separación inmediata del cuerpo de la madre que padecen los niños al nacer parece ser una clave importante para entender muchas cosas en referencia a este tema¹
La puja entre hombre y naturaleza en nuestra cultura tiene larga data y se ve reflejada en las primitivas creencias²  que dieron origen al pensamiento de occidente y al Patriarcado como hoy lo conocemos -siempre en guerra contra la “Madre Naturaleza” y con la «divina misión» de domesticar ( poseer, controlar,  educar) todo lo salvaje.
Bien conocida es la práctica de los espartanos, los famosos guerreros, de separar a los hijos de sus madres a muy temprana edad para convertirlos en soldados. Esta práctica fue remplazada en el Estado moderno por lo que yo llamaría imprinting humano, pues la encuentro similar al imprinting (impronta) realizado en los potrillos. La idea con los caballos es que una manipulación deliberada del potrillo recién nacido, permite plantar la semilla de un comportamiento deseado (en este caso sumiso al manejo) frente a una situación futura -como en el caso de la manipulación veterinaria, o el uso. Para  esto por ejemplo, se requiere que durante la impronta introduzcamos el dedo dentro de boca, las orejas y el ano de la pequeña criatura recién nacida, pues esto facilitará en el futuro la introducción de distintos elementos. Esta idea, si lo pensamos, tiene su correlato macabro en los bebes humanos, donde es mucho más cómodo, más sutil y políticamente correcto intervenir en el momento del nacimiento³.  Hoy,  al igual que en la antigua Esparta, con una serie de excusas que hemos aprendido a creer que son por nuestra seguridad, un profesional reconocido por el estado, el médico, nos arranca, recién nacidos del calor, las voces y la única piel que nuestro cuerpo necesita sentir, la de nuestra madre. La agonía se alarga por lo que parecen ser siglos entre guantes de goma, superficies hostiles y falta de amor hasta que volvemos, al fin, manipulados y enfundados en nuestra nueva piel, al contacto sin tacto del cuerpo materno.
Mediante este tipo de impronta de violencia velada -pues hoy día la práctica espartana nos resulta tan desagradable e incorrecta como el trabajo infantil- se nos dice, claramente, que nuestra vida y nuestro cuerpo (como el de los caballos) nunca nos van a pertenecer del todo, pues deberá estar siempre disponible o al servicio de las instituciones que nos vieron nacer.

Ps Les dejo es video que me pareció consonante
Milk

1_ Bergman afirma que la peor situación que se puede encontrar una criatura al nacer es la separación de la madre; que esta separación es una violación de la criatura humana cuyo programa innato de crecimiento prevee el contacto piel con piel con su madre; y que esta violación que sufre la criatura tiene un impacto de por vida. (sic)…
Si la criatura no recibe amor, no produce amor; su sistema libidinal se
estanca, se inhibe, queda reprimido; entonces se produce el contra efecto de esta contención, la agresividad y la violencia. Como la represión del amor se produce de manera invisible, también se hace invisible el origen de la violencia y del fratricidio, lo que permite presentarlos como naturales, e insertar el discurso del tánatos innato, de la naturaleza violenta del ser humano y su
predisposición para la guerra. Así es como se puede, sin negar formalmente el amor materno ni la ternura, cambiar la capacidad de amar y la capacidad para la ternura, por la capacidad para dominar y para ejercer la crueldad. Sustraído el sistema libidinal de la organización humana, se introduce la dominación y la guerra.»   Casilda Rodrigañez
2_  Los pueblos semitas pastores junto con los indoeuropeos conquistaron en oleadas el territorio de la Media Luna Fértil y desde Asia Menor hasta los Balcanes, que era el territorio de los pueblos, ciudades y civilizaciones de la Gran Diosa y obtenían su sustento principalmente de la agricultura. Dice Joseph Cambell, en un breve pasaje donde habla del cambio en el sistema de creencias “Hammurabi de Babilonia (ca. 1750 a.C.) fue el segundo de estos
ilustres reyes guerreros semitas. Del período de su reinado data la epopeya babilónica del dios solar Marduk, cuya victoria sobre Tiamat, la antigua diosa del océano primigenio, marca el momento en el que en esa parte del mundo se produjo el decisivo paso de transferir hacia una variedad de dioses tribales políticamente establecidos la anterior lealtad a la diosa universal de la
naturaleza.
Marduk era el dios tutelar de Babilonia, ciudad que había engrandecido Hammurabi. Los dioses más antiguos del viejo panteón eran presa de un miedo abyecto ante la idea de enfrentarse a la tatarabuela de todos ellos, pero entonces el nuevo y joven héroe-dios, salió al encuentro de Tiamat. Ésta profirió gritos agudos y salvajes, tembló y se sacudió hasta lo más
profundo de su ser, luego pronunció un hechizo mientras avanzaba
hacia él. Sin embargo, Marduk extendió su red y la atrapó, le aplastó el cráneo con su maza inmisericorde, y con su cimitarra la partió en dos mitades como a un pescado. De una mitad hizo la cubierta para el cielo, a fin de que las aguas no pudiesen escapar, y colocó la otra sobre las profundidades abisales. Cuando hubo concluido este trabajo de creación, asignó un lugar a los dioses: a unos el Cielo, a otros la Tierra y el Abismo. Por último, creó al Hombre para que sirviese a los dioses, de modo que éstos reposaran a su gusto.
¡Qué interesante! En la visión más antigua, la diosa Universo estaba viva, ella era orgánicamente la Tierra, el horizonte y los Cielos. Ahora está muerta, y el universo ya no es un organismo, sino un edificio donde los dioses reposan en
medio del lujo: no como personificaciones de las energías según su manera de operar, sino como inquilinos de lujo, que requieren criados. Y el Hombre, en consecuencia, ya no es un niño nacido para florecer en el conocimiento de su propia porción eterna, sino un robot diseñado para servir.

3_ Esto estaría sembrando las bases para la agresividad y la competencia
necesarias para la guerra o una sociedad basada en la competencia y
no en la cooperación. Y luego, como en los potrillos, todo estará ahí para ser útil al servicio del sistema. Algo que siempre se había considerado innato se descubre hoy que es y puede ser generado con la separación del bebe del cuerpo de su madre. Dice Casilda Rodrigañez en el prologo de su libro «se ha comprobado que hay un programa neurológico que se pone en marcha en circunstancias de alerta o de defensa, y que automáticamente cierra el programa que regula el metabolismo basal en circunstancias normales; el
programa de defensa activa un sistema neuroendocrino y un sistema
neuromuscular específicos para que el organismo entero se disponga
a huir o a luchar contra la circunstancia desfavorable. Las criaturas separadas de sus madres, se encogen, tiemblan de pánico, descienden la temperatura corporal, sufren alteraciones del ritmo cardíaco y respiratorio, incluso padecen apneas, y, en fin, todo su pequeño cerebro es invadido por descargas de glucocorticoides (cortisol, hormonas del stress…) y de adrenalina (hormonas del miedo), creando una toxicidad neuroquímica que va a ser determinante en la formación de las vías neurales, es decir, en el sistema neurológico y neuromuscular que están en periodo de formación. En otras palabras, va a determinar si la criatura tendrá una estructura caracteriológica para vivir en armonía con sus semejantes o si va a tener una estructura para vivir en tensión y en competencia. “La Represión del deseo materno y la generación
del estado de sumisión inconsciente”.