El cuerpo degradado de la animalidad

El maravilloso (gran) escritor Ítalo Calvino nos deleitó con una trilogía de historias llamada Nuestros antepasados, donde se encuentra la obra El caballero inexistente, que relata la historia de una voluntad que se apodera de una armadura vacía convirtiéndose así en Agilulfo, un caballero sin cuerpo.

Otros relatos retoman la idea de la generación espontánea de una mente, nacida, no de entidades biológicas (o de corporalidades), sino de elementos diversos, como hojalata, o microchips.
Mente cuerpo, espíritu y materia han estado en conflicto de distintas maneras y en grados diversos para la mayoría de las sociedades proto-patriarcales y patriarcales, existentes en tiempos remotos, desde que la apropiación de los otros se convirtió en moneda corriente. El conjunto de teorías y creencias que radicalizaron la separación, jerárquizando a la mente en su importancia y relevancia, tienen sus raíces -como el patriarcado mismo- en la domesticación y el manejo de los cuerpos.
La degradación de la carne y sus deseos, frente a la elevación del espíritu, precedieron a la “desacralización” del cuerpo, y a la objetivación/maquinalización del mismo, en occidente, en un proceso lineal, que va desde la Edad antigua a la moderna, y forman parte del bagaje cultural necesario para la esclavización y la dominación del cuerpo en el mundo actual.

En el contexto de esta jerarquización del espíritu/mente, el cuerpo es el material biológico y mundano que no tendría la misma importancia que el alma (inmortal y divina) esencia verdadera del hombre (masculino/blanco/) . El cuerpo puede incluso y debe sacrificarse en pos de la mente o del espíritu -mientras las brujas en occidente son quemadas luego de salvar sus almas, el asceta en oriente, debe trascender lo corporal/material en pos de elevar su espíritu.

Entiendo que no fue la muerte de los cuerpos, si no su posesión lo que originó la objetivación, la maquinalidad. La administración, la posesión y el control poco tienen que ver con comerse un cuerpo pero si mucho con su esclavización. La caza y la expiación de los Inuits o los Kundt, por ejemplo, son pruebas de nivel de conciencia y del respeto por la vida y su valoración. Con la domesticación y a medida que el patriarcado avanza, la muerte deja de convertirse en un acto sacramental y el ritual propiciatorio, en un intento cotidiano de recuperación de la bondad, la armonía y la paz entre las comunidades animales (no humanos y humanos), vegetales, espirituales y el territorio todo. El concepto de alimento es posterior, los alimentos se pueden poseer, algo inconcebible fuera de la domesticación, al parecer.

Como decía el fundamento de la jerarquía de la mente por sobre el cuerpo tuvo que reducir al cuerpo a un objeto, ese objeto/estuche puede estar lleno o vacío, puede tener un alma, puede tener una voluntad o puede estar desprovisto de ella (como según se creía en algún momento ocurría con los animales, los salvajes u otros seres). Un cuerpo sin mente, sin espíritu es sólo un objeto, un receptáculo, un pedazo de carne, un animal, y en La Era Mecánica, una máquina, un robot o un cultivo de laboratorio.

Lo extraño de esto es que sí colocamos los dos “elementos” mente y cuerpo en paridad, la mente está subordinada al cuerpo puesto que sin éste no existiría salvo en las novelas de ciencia ficción o en la creencia religiosa del alma inmortal. Sin cuerpo no hay mente. Es el propio Calvino que nos aporta otra imagen sobre esta misma idea en su versión del joven Marco Polo de su novela las ciudades invisibles.

“Marco Polo describe un puente, piedra por piedra. Pero ‘¿cuál es la piedra que sostiene el puente?’, pregunta Kublai Khan. ‘El puente no está sostenido por esta piedra, o aquella, sino por el arco que forman todas las piedras’. Kublai permanece silencioso, reflexionando; después añade: ‘¿Por qué me hablas de piedras entonces? Lo único que importa es el arco’. Polo responde: ‘Porque sin piedras, no hay arco…” (Ítalo Calvino, Las ciudades invisibles).

Sólo en la creencia de un alma inmortal, de una mente superior, de un espíritu anterior a la carne es que el posible subordinar el cuerpo* y objetivarlo de tal manera que pueda ser poseído controlado o sometido, transformado, mutilado o castigado como a la animalidad misma que representa.

Cuerpo y animalidad (2020)

*La gran variedad de ejemplos no incluyen prácticas antiguas únicamente. Tatuajes, piercing , ablación, pie de loto, extirpación del pene o implante mamario, son ejemplos de distintos grados de intervención y de distintas epocas épocas. Tampoco importa quien ejerza la propiedad del cuerpo, ni si la “transformación” es auto inflingida. Si el cuerpo se doblega, por ejemplo, a la mente del monje penitente medieval o a la bailarina de valet, si se usa el látigo de esparto o el bisturí para la adaptación del “envase” a la imagen mental propia, o comunal.

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