Los Caballos tienen labios

Los caballos tienen cascos para llevarlos sobre la escarcha y la nieve, y pelo para protegerlos del viento y el frío. Comen hierba y beben agua, levantan la cola y galopan. Esa es la verdadera naturaleza de los caballos» Tsung Tzu.

Los caballos tienen labios muy especializados. Quizás no tanto como los nuestros, que repartimos algunas de las funciones que estos cumplen en los caballos, entre nuestros labios y las manos alternativamente. Con sus labios los caballos tocan, sienten, perciben, elijen un pasto y discriminan una semilla de un trocito de madera. Con ellos expresan su cariño, su disconfort, sus emociones.
Los labios de los caballos dicen, relinchan, huelen, perciben, eligen, tocan…
A partir de la postura de sus labios, los caballos crean gestos con su boca cuando quieren decir ciertas cosas a otros, pero aún así en la tensión o relajación de los labios podemos ver, en los caballos, la expresión de sus estados de ánimo: el placer, el sueño, la angustia, el dolor, la inquietud.
Con un movimiento de sus labios pueden decir «aun me siento pequeño para esto» no me lastimes, o puede ayudarlos apercibir las feromonas en los excrementos de otro caballo.
Los labios de un caballo acarician, también rascan, comunican el efecto a otro caballo. Es cierto que pueden soportar las asperezas de una roca, de la arena, el pinchazo de una espina, pero por eso no pierden sensibilidad, ni tersura o suavidad y delicadeza en su toque. La mordaza y el hierro del bocado los lastiman siempre en el mismo tenor de crueldad.

Aunque todas parezcan similares, cuando observamos con cuidado, las muecas que los caballos hacen con los labios son bastante diferentes, incluso parecidas a las nuestras, si se trata de tensión, disconfort, desconfianza o algunas veces satisfacción y calma.
Los labios son extremadamente flexibles y versátiles, precisos; pueden estirarse hacia adelante, casi como la trompa de un tapir, para expresar su placer y también endurecerse y retraerse en una mueca de dolor o tensión, plegarse hacia arriba para ayudar al órgano vomeronasal a percibir algún olor, y colgar relajados a la hora de la siesta.

David Castro.

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